En el lugar menos pensado, puede haber felicidad

Hoy terminé de entender que es lo que quiero, que es lo que estoy por defender en mi futuro: una vida bohemia, la mía, más que la vida bohemia de la que en realidad no sé si tiene un significado. Para mí la bohemia era la conexión con los colores, con la fiesta, con los placeres e incertidumbres creativas, con la falta de horarios. Hay algo de la vida bohemia que me gusta por lo que tiene de festivo y de imprevisible. Cada día puede ser una novedad y un baúl de nuevas anécdotas, algo que la vida obrera o la del empleado de oficina o mostrador no pueden decir.

El bohemio tiene la mala fama de ser un personaje de bares que va por las calles de Francia con la misma facilidad que si saliera a dar un paseo por la calle de al frente.En casos extremos, no tiene con qué encender una estufa ni un plato de sopa caliente con el que calentar su cuerpo, sin embargo no falta una sonrisa en la cara o la ironía permanente ante todo. Es que de eso se trata, de ser feliz con lo que se tiene y con lo que no, porque la vida es eso: pasar por sus inmundicias, tanto como por sus momentos de brillo.

Que quiero yo? ser una persona romántica, una soñadora, una idealista, una persona que vive al margen del común denominador de la sociedad, alguien a quien no le importa tanto su estatus social, una persona que no le importa ser de una baja clase social o si es una de clase alta, alguien que tenga una sensibilidad especial hacia las cosas bellas de la vida por más sencillas que parezcan, una persona a la que le guste la música y por qué no también el arte, alguien que disfrute enormemente una conversación con algún amigo, una persona que tal vez le guste la poesía y la literatura, alguien que le guste filosofar sobre la vida, una persona que igual pueda disfrutar de una cena en un lugar lujoso o simplemente en un humilde hogar. 

Mientras más sencilla sea mi vida, mejor